Canta el refrán, “que tu mano derecha no sepa lo que hace la
izquierda”, -¿a qué se debe que guardan
en secreto las buenas cosas que hacemos? Entiendo que no nos gusta ver a esa
gente que se echa flores a si mismo y ensalzan
su buen corazón y buena
voluntad.
Hoy quiero compartir con ustedes algo que me ocurrió, no con
el fin de echarme flores sino con la intención de empujar a alguno de ustedes a
hacer lo mismo y luego compartirlo con otras personas. Al final, las buenas
obras son buena noticias.
Hoy el tráfico me hizo llegar mas temprano a la oficina, me
dio chance de ir por un desayuno. En mi camino vi a un niño cargando su caja de
lustre parado frente a un puesto de panes pero siguiendo su camino sin comprar
uno. No sé ustedes qué hubieran hecho,
pero ver eso me retorció las tripas y el corazón.
Llegue a donde el estaba y le pregunté si había desayunado,
a lo que me dijo que no. Y le pregunté si me acompañaba a desayunar a lo que
muy tímidamente y encogido de hombros me dijo “Vamos pues”
Entramos al restaurante y le pregunté si quería el Menú del
juguete o alguna otra cosa. Resumiendo, el pidió un Menú con juguete y yo un té
frío con pastel de elote, nos sentamos a la mesa y así empezaron los mejores 30
minutos de mi día.
Mi amigo se llama Lucas, tiene nueve años y 5 hermanos. Vive
en zona 21 y todas las mañanas toma un bus hasta zona 10 para trabajar como
lustrador. Me contó que estaba en 3ero primaria y que en enero empezaba 4to. Me
contó que (también) tiene un tío que se llama Juan (como yo) y que no estoy tan
viejo. Esto último me lo dijo viéndome a los ojos y con eso me basta para
creerle.
Desayunamos y conversamos por algunos minutos, él se veía
muy feliz y yo también lo estaba. Es de esos momentos en que estás en algo y tu
mente te lleva a otro lado sin dejar de estar en donde estás. Está vez mi mente
me llevó a todas esas veces que somos ingratos (no gratos, no agradecidos) y
vemos el vaso vacío aún teniendo oportunidades de verlo lleno o cuando estamos
en “esos días” de verlo medio lleno. Terminamos la charla, nos despedimos con
un apretón de manos, Lucas me dio las gracias por su desayuno y yo le di las
gracias por la charla y compañía. Él volvió a la calle a lustrar zapatos, yo
fui a sellar mi ticket de parqueo.
Al momento de salir del restaurante vi como le dijo a un
señor “no importa, yo le presto los 2 quetzales que le faltan” [supongo que de los Q5.00 que cobra Lucas por
lustrar zapatos el señor solamente pagaría Q3.00]
Lecciones aprendidas:
- Ser agradecido por todo lo que tenemos y también por lo que no tenemos
- No dejar de ver las cosas como lo ven los niños (hakuna matata, no worries)
- Ayudar a otros es contagioso y saludable
- Al que madruga ….le alcanza el día para invitar a otro a desayunar
- Puedes ver la cosas como “algo que te ocurrió” o puedes verlo como algo que tu hiciste que ocurriera
- Los armadillos tienen 4 hijos por parto y siempre tienen el mismo sexo
- Dar es dar


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